lunes, 6 de septiembre de 2021

Sumergido en la Bañera

 

  



Este Último par de años entre pandemia y lo que le sigue eh vivido sacando a flote todo con
la mejor de las actitudes, ayudando a todo el mundo, sintiéndome Superman, muy lleno de vida, pero soy como el Coyote de " Correcaminos" que sigue con impulso hasta la mitad de abismo aún sabiendo las consecuencias este es mi tipo de trastorno.

Hacía tres años que yo no me deprimía, esa es generalmente la tregua que me da. Siento una especie de desarraigo, pero todo está bien, entonces es rarísimo. 

Percibo que nuestra vida es como un vaivén y que las vidas de todos los seres humanos tienen este efecto de cierta manera, pero un poquito más suave, no tan en picada como la mía, y que al final tratar de evitar las crestas de la ola es lo que hace que uno no se caiga tan profundo.

La cresta de la ola es un estado de hipomanía. (La hipomanía se encuentra en el DSM V, dentro del trastorno bipolar y trastornos relacionados. Resumidamente, sus criterios diagnósticos son: Período de estado de ánimo anormalmente elevado y aumento de energía la mayor parte del día casi todos los días)

 Los que sufrimos de depresión muy seguramente sabemos también qué es sentirnos como si tuviéramos el disfraz de Robocop. Somos todopoderosos, nada nos duele, es como poner el dedo en la vela.

La gente normal quita el dedo cuando se quema, nosotros no. Tiene que ver con mucho aguante y mucha curiosidad, pero con ganas de vivir con temeridad.

La depresión termina convirtiéndose precisamente en el resultado de esa aversión al dolor. Y entonces es como "no me duele, no me duele, puedo más, puedo más", guardando todo lo que se siente durante mucho tiempo.

Después uno termina tragándose su propio dolor en una sola exhibición.

La depresión tiene que ver con las ganas de vivir, no con estar contento o triste. Cuando uno está triste es porque le hace falta algo; cuando uno se deprime, no hace falta nada, pero uno no se conecta con nada tampoco, ni siquiera con lo bueno que le está pasando.

Yo creo que el estómago es el verdadero corazón y creo que la depresión está químicamente en la cabeza. Terminé comprendiendo, a las patadas, que esta enfermedad es difícil sobre todo porque el cuerpo está a merced de la cabeza y si la cabeza se enferma, todo es complicado.

Tiene uno que pedir a una parte pequeña de la cabeza que se rebele ante la química que no está funcionando y que tenga la mínima cordura para poner la cabeza a merced del cuerpo, no dejar que pase al revés. Entonces hay que nadar, caminar, correr, un golpe de adrenalina, hay que forzarse y ser terco. Poco a poco se logra, sin duda alguna.

Lo que eh aprendido de la depresión es que no hay nada más espiritual que la química del cuerpo y creo que siempre que los seres humanos hablamos de experiencias espirituales o de espíritu, estamos hablando de efectos químicos.

Así que a seguirme forzando, ser doblemente terco, seguir con la adrenalina con la dopamina aquello que le inyecte a mi cerebro la química correcta para salir de ese abismo y poder seguir siendo el numero 1

Gracias por leerme y vuelvo a repetir como en la mayoría de mis aportaciones, escribo para mi, para darme consejos, regaños, llamadas de atención, más si le sirven a alguien más , perfecto, también lo comparto para quien necesite leer esto, excelente noche.

*EL DSM es el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales)


sábado, 21 de agosto de 2021

Cuando mueren los Apegos, Nace la Libertad

Después de algún tiempo de ausencia estoy de regreso, espero os guste mi percepción sobre el tema y pueda ayudar a alguno de Uds. y comienzo así

No es raro creer, que todo dura para siempre. 

Es por ello que las cosas duran el tiempo que tienen que durar, y acaban porque así debe ser. 

A menudo la gente que se marcha de nuestro lado sin brindar explicaciones no es porque sea mala o en su momento no haya sentido nada, simplemente es que ya no tiene la fuerza y no encuentra la paz de estar con uno y debe volver a salir de regreso a su búsqueda de amor propio. 

Creemos amar tanto a otra persona que cuando se va no sabemos qué hacer, pero lo mejor que podemos hacer, es no apresurarnos, conozcámonos a nosotros y amémonos por lo que somos, sin esperar que alguien lo haga por nosotros.

Pasa que nos empecinamos tantas veces a los dichos y recuerdos de personas que un día quisimos, porque nos sentíamos íntegros con su presencia, donde creíamos que nuestro nombre estaba a salvo en su memoria y en sus labios; que incluso aunque ya no estén a nuestro lado, es tan duro y desgarrador dejar ir, volver a creer y amar con la misma intensidad o aún más que la anterior.

Como si algo nos lo impidiera. Nos ponemos la propia soga a nuestro cuello, creemos que si se fue es porque nosotros cometimos un error, porque no dimos lo suficiente o no éramos lo que esperaban.  

La verdad dista mucho de eso, dimos lo que estuvo en nuestras manos ofrecer, nos entregamos por hacer que el barco funcionara; muchas veces, aunque deseemos tanto que duren las cosas estas tienen que llegar a su fin; para enseñarnos que la vida es un viaje constante de cambios y cuando hablo de cambios, me refiero a nuevos comienzos, comienzos de nuevas cicatrices, heridas que nos dejarán marcados para saber que algo nos volvió diferentes y nos cambió. De tristezas al perder una parte de nosotros que le entregamos a alguien, pero también de alegría de saber que nos cruzamos en la vida de una persona extraordinaria que nos enseñó cosas que no sabíamos, que nos hizo mirar con lupa aquello que sólo veíamos por arriba del aire, que nos hizo viajar a mundos desconocidos tomados de su mano.

Y es que cuando amamos no prevemos el dolor, mucho menos esperamos que haya un final, anhelamos escuchar palabras como te amo, te necesito, estaré para ti, esto es para siempre y muchas otras palabras que nos hacen vibrar hasta nuestra alma… Imaginamos que estas van a ser eternas, pues algo que nos hace sentir tan bien no puede acabar como si nada, pero olvidamos que para ver un hermoso amanecer tenemos que esperar a que la noche acabe, que para ver cómo las hojas en otoño caen y pronto vuelven a florecer necesitamos esperar un lapso de meses, y es que no puede durar más de lo que está en su destino ser. Por eso es mejor en no creer en los “para siempre”, por el contrario, gritarle al mundo que estamos aquí, ahora para vivir, para hacer sentir a la gente que está a nuestro alrededor cosas inimaginables, pues es mejor no atarnos a alguien, a algo, o a aquellas palabras que nos gustaría nunca acabaran, para poder salir ilesos de aquello que nosotros queremos que no nos haga daño.

Así que la cura de este mal es sencillo no?  No crear apegos emocionales y mejor vivan la vida al máximo hoy , no mañana , hoy porque solo hoy tienes la oportunidad de vivir al máximo y ser la mejor versión de nosotros mismos.